Desde hace menos de un lustro, se ha acentuado la búsqueda de un concepto universal para definir lo propio de México. Lo hago con estas líneas estando en su mes, en el mes patrio.
Después del proceso globalizador, entendimos que la fuerza de las barreras que se había derrumbado, la apertura debía estar soportada por pilares como la identidad, la ética y las ofertas de valor. Entonces acuñamos el concepto “glocal”, para referirnos al potencial de trabajar desde la inmediatez de nuestra comunidad, referenciándola por su propuesta identitaria y productiva.
México ha tenido que vivir infinidad de penurias para dejar entrever lo que significa ser oriundo de este país, sé que en Latinoamérica el generar identidad es producto del mestizaje encantador o de un salvajismo impositivo. Para algunos es evidente que los mexicanos somos hijos de la independencia, este acto de superar al maestro dominatriz, tiene sus singularidades, los novohispanos en el intento de consolidar su demanda por identidad y los derechos, quedaron en la orfandad hasta crear su propia madre, su propia versión de cómo desean ser percibidos.
Casi un siglo entre pugnas políticas y civiles ha sido el tiempo perfecto para reafirmar algunos de los atributos que ahora resaltan al pretender detallar la mexicanidad, adjetivos que ahora son entendidos como un campo semántico que describe a toda una población.
Definimos el país, a sus habitantes, a la cotidianidad. Me encanta describir a México como el país de la abundancia, como el país de la más sabrosa gastronomía, tal vez porque conozco pocas versiones auténticas de otros países, o tal vez porque en los últimos años se ha orientado una pose hacia la valorización de nuestros platillos. Es el arte culinario, un rubro en el que podemos cantar victoria.
El arte es otro escenario con buenos reflectores, los nuevos artistas mexicanos están dando de qué hablar en la esfera mundial, los que han aprovechado la cosmogonía de su origen, están consiguiendo un mix de obras con un peso bastante aceptable.
La tendencia del “nuevo estilo mexicano” es la construcción de aquellos habitantes que se han vuelto cosmopolitas por medio del afecto democratizador de los viajes, los medios de comunicación y las redes sociales.
El concepto que se acuña conserva las raíces, pretende restaurar el carácter de importancia que merecen, pero a la vez, desea hacer el trabajo propio de nuestros tiempos, el de dejar un legado que tenga atributos particulares, pues la vanidad nos sugiere dejar vestigios.
Mientras son peras o son manzanas, la cosa es sencilla, empleemos la ola del taco gourmet, el efecto de la coctelería a base de tequila y la presentación del mariachi-orquesta.
publicado en http://revistashott.co/la-mexicanidad-una-tendencia-global/