Comentocracia: el marketing del «yo opino»

«El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan”. Arturo Graf

Hace cerca de 5 años, con la intensificación de las redes sociales, vislumbré un panorama como el que vivimos hoy en día, una mezcla entre sobreexposición, trivialidad y al mismo tiempo relevancia con efecto domino.

Años atrás preparaba una ponencia para un taller de marketing digital, en aquel entonces los esfuerzos se concentraban en Facebook, por lo que decidí hacer el protocolo de tesis de mi maestría sobre su uso y aplicación, con lo que mataría dos pájaros de un tiro. Fueron cerca de 6 meses los que leí cientos de artículos, reportajes y libros relacionados a las redes sociales virtuales. Lo anterior me permitió llegar a la conclusión que se acercaban tiempos complejos, por un lado, muy positivos por la participación en temas que eran poco abordados como la política, la responsabilidad y atención de las empresas hacia sus clientes, así como la posibilidad de compartir las experiencias producto de viajes, negocios, estudios y cualquier actividad.

Dentro de la complejidad que comento, la cara “B” de la moneda que avizoraba se basaba en la saturación de mensajes, en la provocativa idea de concebir un etapa en donde con tal de encajar se opinaría incluso con poco rango de conocimiento, lo cual no está lejano a lo que sucede hoy en día.

En lo que fallé o no alcancé a vislumbrar, es la gran cantidad de problemas que se suscitaron en las redes, en últimas fechas me he percatado de lo escandaloso que se ha convertido el ciberespacio tanto para las empresas, asociaciones, gobiernos y personas. El problema que ahora encuentro no es una novedad, Plutarco lo comprendió bastantes años atrás  con su frase “para saber hablar es preciso saber escuchar”, nos hemos convertido en una sociedad que emite un sinfín de mensajes, sin tener tiempo o capacidad de procesarlos, por tanto, la opinión que se genera es parcial, momentánea, repetitiva y por lo general comprendida de manera muy sesgada.

En días pasados en mi colaboración para InformaBTL del grupo editorial Merca2.0, abordaba una columna a la que nombré “La publicidad innecesaria”,  el motivo es porque si analizamos las conversaciones que tenemos en lo personal, en lo laboral y luego analizamos la publicidad de cada país, región o ciudad en particular, nos daremos cuenta del tipo de conversaciones que se tienen, pues haciendo énfasis en las conferencias del español Álvaro González Alorda, en la actualidad vivimos en un nivel de conversaciones de un perfil muy bajo, mecanizado y vigoroso para creer que no hemos caído en la robotización. Sin embargo, el mismo speaker señala la necesidad de conversaciones que inspiren, el problema radica en que olvidamos el valor de las conversaciones para entonces edificar el monumento más grande en la historia de la humanidad, para ofrendarlo al monólogo, en este acto comprometimos el significado de lo que es preciso decir y lo que es imprescindible guardarnos, olvidamos la prudencia, el tacto y la decencia, tal vez porque después de una época de represión, la puerta más cercana es correr sin correa, tal vez porque las verdaderas razones que nos permiten evolucionar son las mismas que vivimos como un signo de que nos enfilamos a un mejor camino.

Publicado en: http://amazingpeoplemexico.com/articulos/70/comentocracia:-el-marketing-del-

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