Desde hace meses ronda en mi cabeza la interrogante del titulo, pues como sabemos en la última década se han desarrollado múltiples actividades para promover los derechos sexuales y las preferencias que de estos se desprenden.
La comunidad lésbica, gay, travesti, transexual y transgénero, han emprendido la marcha con diferentes formas de activismo, lo que en marketing le conocemos como activaciones, publicidad BTL, campañas de relaciones públicas y street marketing.
Sin embargo, tales acciones han despertado la llama de grupos en contra de la libertad de elección sexual o en especifico de la comunidad gay, algunos desde lo que argumentan debe ser la naturaleza del ser humano, otros desde el plano de la familia y el matrimonio, así como algunos grupos incluso gays bajo la dinámica de desacreditar los esfuerzos que les resultan “exagerados” o muy desinhibidos.
Tal vez el problema radica en una lógica muy estrecha, pues se ha emprendido una cruzada para que se respete lo que pasa en la alcoba, sacado la intimidad misma para hacerla bandera, para volverla pública entonces. Quizás porque se ha buscado que la tolerancia sea un acto inmediato, además de que la aceptación solamente es concebida cuando es de los heterosexuales hacia los homosexuales, mientras que muchos activistas gays, caen en las garras de comportamientos agresivos ante comentarios que no son tolerantes.
La diversidad del hombres es lo que resulta un tesoro, el que no pensemos, seamos o actuemos de manera igualitaria, es parte de la gama del ecosistema social. Sin embargo, se ha caído en la creencia de que respetar derechos es considerar la evolución propia como el parámetro para otros, concebir las interpretaciones personales como el común denominador, en lugar de privilegiar el hecho de que son las diferencias (incluso las que no coinciden) lo que en realidad promueven la integración.
Por el párrafo anterior, no quiero que se entienda que debemos aceptar los actos de violencia, la homofobia y la discriminación, mi intensión es cuestionar los motivos por los que se ha caído en las garras de actuar bajo la misma consiga de desprestigio y desdeño de otras maneras de convivencia.
Tal vez bajo tanta programación social, o por tanto predominio de los paradigmas heterosexuales, resulta que los homosexuales buscan de sobremanera equiparar los derechos a estándares que en ocasiones son el motivo ideal para la discrepancia.
Puede ser que un camino distinto sea el aceptar las implicaciones y disfrutes que la vida homosexual (en cualquiera de sus facetas) otorga. Por ejemplo el adoptar una dinámica y nombre diferente al matrimonio, pues en realidad lo que se busca es el derecho a unirse, el nombre puede ser una inventiva de la comunidad y por tanto la postura debe ser más flexible.
Quizás la encarnizada lucha a favor de adoptar, de tener una casa y una camioneta grande para pasar por los hijos al karate y ballet, es el estereotipo de la conducta en las parejas hetero, ha sido un discurso tan repetido que se ha apoderado de los intereses de la comunidad, olvidando que la vida en pareja y las relaciones familiares pueden contar con otras expresiones más allá del programado modelo de familia.
Desde la mercadotecnia resulta muy atractivo analizar los motivantes comerciales y las conductas de la comunidad, pues son un segmento al que le gusta vivir bien, estudiar, viajar y pagar por sus gustos, por lo tanto importa saber si se debe atender al sector desde la misma óptica “conservadora” (la cual busca caber a toda costa en los modelos hetero) o en realidad se puede generar una visión más progresista en donde sean los gays los que fabriquen la propia interpretación de sus modelos de vida, sin intentar adoptar los que han existido y por tanto ha sido los únicos que se ven como opción.
-Publicado en la Revista GStyle de Aguascalientes-