Ser adulto…

Es no tener tiempo de dormir, o bueno, dormir cuando se de un chance. Ser adulto es comer cuando existe posibilidad y no cuando se tiene hambre. Es ser el que paga las cuentas y el que las disfruta menos. Ser adulto es tener que pedir permiso para hacer lo que queremos, para decir lo que pensamos y para amar como podemos.

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Ser mayor es escuchar pláticas aburridas poniendo cara de diversión. Es controlar el impulso de ahorcar a alguien que nos insulta o nos quiere ver la cara. Ser grande es no tener tiempo de enfermarse, pero si tener tiempo para todo lo que puede postergarse.

 

Ser una persona adulta implica tener gustos definidos y socialmente aceptados, conllevan ser feroz en la defensa de los fanatismos personales y ser muy negligente con las decisiones relevantes. Ser adulto es remplazar los dolores y heridas por aventuras, por achaques y quejumbres.

 

Ser adulto es un estado de la materia en donde se va más lento como para retrasar la cuenta regresiva, es un modus operandi en donde nos consume el chisme y arreglos de la casa. Es creer que paz espiritual es tener 5 minutos para dormir o para que no suene el celular con llamadas o whats. Es comprar cosas para terminar guardándolas o regalándolas. Es pensar que al llegar a casa se tendrá un minuto de tranquilidad, pero lo primero que sucede es que desde que pones un pie existe un discurso interminable que no permite que lleguemos al baño o dejemos por lo menos las llaves.

 

Ser adulto es como diría la pequeña hija de un pareja aburrida del filme “Nuestra película prohibida”: levantarse, ir a la escuela, dormirse y así todos los días, hasta que te mueres, pero ¿hasta cuándo te mueres?

 

Con el anterior parafraseo de uno de los diálogos más profundos encontrados en una de las películas más churro, me queda claro que la realidad de las anteriores afirmaciones, es que ser adulto es elegir, por tanto es tener poder, poder para elegir quedarte con la mierda o buscar incluso en ella, encontrar algo rescatable.

 

Ser adulto es gobernarnos y permitirnos, es una dualidad entre que nos mesuramos y nos damos libertades, es ir según nuestros intereses y beneficios. Por tanto, la etapa que rebasa la mayoría de edad, subsiste bajo el supuesto de que sabemos las consecuencias, sabemos las implicaciones y a sabiendas de las mismas, elegimos.

 

Los grandes tenemos contratos al parecer ineludibles con los trabajos, los hijos, la esposa y miles de otras situaciones. Digo al parecer, porque ser adulto es saber que el compromiso se alimenta de deseo, de pasión, de ímpetu. Por tal hecho, no existe poder humano que le de voluntad al que sufre de desanimo. Por tanto, ser adulto es buscar el propio combustible que lubrique el entusiasmo. Es buscar la motivación en los detalles, en las trivialidades o refugios espirituales, en los logros, propiedades o el dinero.

 

Por último, creo importante decir que ser una persona que cuenta con el poder de votar, a su vez tiene la posibilidad de llevar su propio “timing”, por lo que si siente que le presionan, que le traen de un lado a otro, la razón es muy sencilla, no ha trabajando lo suficiente en elegir, en ocupar el lugar que le corresponde y en hacerlo al ritmo en el que vibra.

 

Ser adulto es un montón de cosas, es amar el tiempo que se ha ido, es añorarlo incluso, es a su vez una sensación de arrojo, pero también es ese dejo de precaución. Lo anterior me recuerda que la definición de ser adulto compete a cada quien, pues cada uno habla como le va en la feria y algunos ni a los juegos se han subido. Así que es momento de comprar un ticket 😉

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