Hace algunas horas les consultaba en mi Facebook e Instragram ¿cuál sería la forma en la que actuarían al escuchar que hablan mal de ustedes? Antes de continuar agradezco sus respuestas, me han hecho sentir conforme con la manera en la que suelo tomar las cosas.
Antes de compartirles lo que sucedió, quiero que sepan que la imagen pública se basa en tres ejes, en primera instancia, en lo que pensamos acerca de nosotros mismos, luego en lo que deseamos las personas conciban de nosotros, y en tercer ángulo, lo que en verdad piensan los demás.
El trabajo de los consultores es alinear la mesa de tres patas, para que de esta forma, pueda sostener una misión personal. Hacerlo es más complejo en personas que para empresas, pues es difícil definir e identificar aquello que se desea proyectar, además, lo más complicado es estar convencidos, a tal grado de estar dispuestos a ser disciplinados y responsables.
Lo anterior nos sirve para referenciar el tema, para entender que aunque es importante la opinión de otros, lo más importante es la generación de la concepción personal, sin ella, cualquier comentario (positivo o negativo) adquiere dimensiones de trascendencia.
La etapa en la que vivimos manifiesta una creciente demanda de validación, en la era del “me gusta” el exceso de aceptación es una constante, por tal motivo, los comentarios aprobatorios y de rechazo, pueden potencializar los sentimientos. Entonces la duda es ¿qué debemos hacer para que la opinión de otros no delinee al 100% nuestra perspectiva de vida?
Así como en la actualidad vivimos adictos al coleccionismo de aprobación, también estamos insertos en un mundo de mayores posibilidades, es por ello que existen mayores fuentes que en el pasado, libros, terapias, talleres, cursos, técnicas y hasta encuentros, son algunas de las maneras en las que podemos trabajar en nosotros, pues como lo diría Gaby Vargas “somos lo que se manifiesta desde nuestro interior”.
Escuché la frase anterior durante una charla que Gaby sostuvo en el Centro Platero de Zacatecas, fue cuando conecté con una importante lección, pues una de las mujeres que por décadas abanderó temas de imagen personal, justo en ese momento relataba como era importante el trabajo invisible, hacia un llamado vital a buscar la felicidad y no la apariencia.
A decir verdad, dedicamos una gran parte de nuestro tiempo en trabajar para los demás, en trabajar para la opinión que los demás tienen. En esta ruta, el desgaste es eminente. Luego, cuando por poco que sea, nos ponemos el camino de satisfacernos (éticamente) a nosotros mismos, el avance es sustancial. Entonces la parte visible se manifiesta.
Casi al finalizar la charla la Sra. Vargas compartió las cosas que la han hecho virar de perspectiva, la muerte de un hermano, ver como transcurre el tiempo y los hijos crecen, darse cuenta que el trabajo nunca termina pero los años de posibilidades si se van extinguiendo.
Les comparto la enseñanza de hace un par de años, pues las lecciones son como esos objetos misteriosos que en ocasiones guardamos sin saber por qué, hasta que acontece una situación y entonces las tenemos ahí, un poco empolvadas, pero con la firme intensión de ser puestas en acción.
Los aprendizajes que he tenido que poner en marcha en los últimos meses se basan en que he decidido externar lo que siento, cuento las situaciones y mis emociones al respecto, me reservo los personajes y los lugares, aprendí que para hacer catarsis poco importa el mote o lugar, lo que importa limpiar, es el sentimiento.
En este sentido, cuando son personas con las que trabajo o tengo contacto, lo que hago es dar “feedback” inmediato, les digo lo que me molesta, les comparto lo que pienso y les pido me digan su opinión, los invito a que me hagan saber cuándo lo que hago no esta correcto.
Con las personas con las que el contacto es casual, suelo compartir lo sucedido con familiares y amigos, entendí que callar es ese trabajo de contención que realizaban generaciones pasadas por la mega disciplina militar que se vivía en casa. Al platicarlo con mis círculos cercanos, me doy cuenta de las respuestas que tengo que adoptar. Analizo, interpreto y saco conclusiones según la filosofía de vida que he construido.
Otra punto que me ha ayudado es perdonar, como bien me lo comentaron algunos, no dar importancia es crucial, sin embargo, ignorar es como tener un raspón y hacer que no nos duele. Lo mejor es reconocer que hay algo que nos hiere, tal vez algo en lo que debemos trabajar, si no es así, es entonces un área de trabajo de las personas que emitieron el comentario.
Liberarnos es una labor diaria, es importante perdonar y perdonarnos. Es importantísimo amar lo que somos y lo que no somos, perdonar lo que queríamos ser y no pudimos, lo que queremos que los demás sean y no ha sido así.
Después de todo lo dicho, lo que paso es que mientras bajaba las escaleras de un restaurante, escuché a un par de personas decir que era un pseudo-periodista, que me creía rockstar y hasta bloggero. Pensé, ¿existe algo destacable en lo sucedido?, ¿puedo sacarle provecho?, ¿quién gobierna en mi mente?, peores cosas son dichas…
Lo que hice fue detenerme, dejar que avanzaran, luego de unos segundos, me los topé, sonreí como lo suelo hacer, sonreír se ha convertido en mi arma letal 😉